
El mito de la caverna de Platón se mantiene todavía actual
en nuestra sociedad. Nos explica de forma metafórica la situación del ser
humano ante el conocimiento, el conocimiento del bien.
En el interior de la caverna varios hombres encadenados solo
alcanzan a ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos hay una hoguera que
ilumina la cueva, y un pasillo por el que circulan hombres con todo tipo de
objetos. Las sombras de estos últimos se proyectan en el fondo de la caverna, y
esto es lo que ven los encadenados: proyecciones que confunden con la realidad.
El mito de la
caverna da un giro cuando uno de los prisioneros es liberado, sale de su
prisión y comprueba que la realidad es
otra, con un mundo de lagos, árboles, animales… Feliz con su
averiguación, el prisionero liberado vuelve con sus antiguos compañeros para
relatarles que fuera de la caverna se encuentra la realidad, y que lo que ven
no son sino sombras.
¿Cuál es la reacción de quiénes aún permenecen en la caverna?
Se ríen del liberado. Piensan que la luz le ha cegado, que por eso dice tales
cosas. Para demostrar lo contrario, el citado hombre libre trata de quitar las
cadenas al resto, pero estos se niegan y amenazan con matarle.
El mito de la caverna de Platón ha inspirado varias creaciones artísticas. Los dos niveles de
realidad del mito se muestran en películas como La rosa púrpura del Cairo de Wody Allen o Matrix
dirigida por Larry y Andy Wachowski. Igualmente en la novela de George
Orwell 1984 o La caverna de
Saramago, tiene un trasfondo platónico.
El mundo del interior de la caverna, lleno de engaño, y el mundo exterior se evidencian de una manera muy potente en la película Peter Weir titulada El show de Truman.
El mundo del interior de la caverna, lleno de engaño, y el mundo exterior se evidencian de una manera muy potente en la película Peter Weir titulada El show de Truman.
Cada ser humano, en su camino de evolución, debe recorrer el
camino para salir de la caverna y comprender su significado. Lo que sí que ha
cambiado en estos últimos miles de años, es que el techo de la caverna se ha
venido abajo, se ha derrumbado, y cada vez son más y más los seres humanos que
caminan en un nuevo mundo, el mundo de las ideas.
Os comparto la última conversación entre Sócrates y Glaucón:
«—Esta imagen, pues, querido Glaucón, es aplicable exactamente
a la condición humana, equiparando, por un lado, el mundo visible con el
habitáculo de la prisión y, por el otro, la luz de aquel fuego con el poder del
Sol. Y si estableces que la subida y la visión de las cosas de arriba son la
ascensión del alma hacia la región inteligible, no quedarás privado de conocer
cuál es mi esperanza, ya que deseas que hable. Dios sabe si me encuentro en lo
cierto, pero a mí las cosas me parecen de esta manera: en la región del conocimiento,
la idea del bien es la última y la más difícil de ver; pero, una vez es vista,
se comprende que es la causa de todas las cosas rectas y bellas: en la región
de lo visible engendra la luz y el astro que la posee, y, en la región de lo inteligible,
es la soberana única que produce la verdad y el entendimiento; y es necesario
que la contemple aquel que se disponga a actuar sensatamente tanto en la vida
privada como en la pública.»